¿Moda o rebeldía?

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A partir de los ochenta, la juventud comienza a ser mitificada. La obsesión por lo juvenil genera en nuestra sociedad una doble preocupación. Por un lado, entre el mundo adulto se propaga la necesidad de exteriorizar una estética juvenil como garantía de cierto reconocimiento social. Por otro, muchas organizaciones e instituciones ponen a los jóvenes como eje central de su preocupación, pasando a ser un punto de referencia inagotable del discurso público, institucional, de los medios de comunicación. Y, naturalmente, de la publicidad.
Frente a esta situación, el sector joven vive una noche oscura. Se ha utilizado su estética y su imagen. A pesar de su mitificación, los jóvenes quedan al margen de determinados espacios sociales y culturales imprescindibles para el crecimiento personal y el necesario desarrollo de su personalidad. La ciudad duerme durante la noche, y aquello que la luz del día esconde comienza a despertar. El joven se libera de los elementos restrictivos del día. La noche es su espacio; sus padres están ausentes. No hay horarios ni censura.
La noche es a la vez divertida, porque en ella se descubren cosas desde la autonomía. También es di-vertida, porque aparecen dos personalidades: por un lado, lo fantástico de lo autónomo y, por otro, la inmadurez y la inseguridad.La noche es la expresión de la moda. Alrededor de la mitología juvenil se han construido infinidad de productos, servicios y formas de vida. Es indescriptible el sentimiento de ansiedad, vergüenza o frustración con que han vivido quienes no encajan o se alejan de lo que en cada momento se vive como lo más típicamente juvenil.
La agresión flagrante que este «hoy» comete contra cualquier criatura poco agraciada, gordita, bajita, se convierte en una de las peleas callejeras nocturnas de la que los más jóvenes salen crónicamente amoratados. La moda es la respuesta que se desea como salida entre las apatías y las sensaciones vacías e infelices. La novedad se hace moda, y ésta se convierte en instante. El culto a la imagen externa, la belleza exterior como carta de presentación social y laboral, son estilos de vida impuestos por nuestra sociedad juvenil, cuya expresión más dramática son los cuerpos y mentes enfermas por la anorexia y la bulimia.